viernes, 13 de junio de 2008

LA HISTORIA DE COMO SE VA A PRODUCIR EL CIERRE DEL IES SAN MATEO


lgunos ya lo saben: el “San Mateo” cierra sus puertas. Ya llevaban años queriendo cerrarlo, por lo que no ha sido una sorpresa. Otros ni siquiera se han enterado o pensaban que ya lo había cerrado hace años: llevaba mucho tiempo siendo un centro “en vías de extinción”.
Hace poco se habló de él en los medios de comunicación porque era el centro elegido por la Comunidad de Madrid para instalar un colegio bilingüe de catalán. Hubo cierto revuelo, y los que trabajamos en el San Mateo nos quedamos perplejos por la noticia y por la manera que tiene la Administración de hacer las cosas.
El 12 de marzo por la mañana, se convocó a nuestro director para darle la noticia. Antes de que llegara al instituto para comunicarla a los trabajadores y a los alumnos del centro, empezaron a llamar por teléfono diferentes medios de comunicación para interesarse por el tema. Es decir, nos enteramos por la prensa. No acaba ahí la cosa, cuando cierran un instituto, sus alumnos tienen derecho preferente para elegir centro, por lo que han de presentar sus solicitudes antes de que comience el plazo oficial, y éste comenzaba el día 26 de marzo. Muchos días, pensarán ustedes; pues no, porque el 14 comenzaban las vacaciones de Semana Santa y duraban hasta el 24, con lo que los alumnos sólo contaban con dos días para elegir centro y presentar sus solicitudes. En la Consejería de Educación debieron de pensar –y tenían razón- que, como la mayoría de los padres de nuestros alumnos son inmigrantes, no iban a protestar. Seguro que creyeron que esos padres no se molestan en meditar a qué instituto van a llevar a sus hijos, ni se informan sobre la calidad, la cercanía o las comunicaciones de los posibles futuros centros de sus vástagos. ¿Se hubieran atrevido a hacerlo así si los padres hubieran sido españoles? Creemos que no. De todas formas, el equipo directivo se puso manos a la obra y, con la eficacia que le caracteriza, redactó cartas, convocó a los padres, aconsejó a los alumnos… Los hemos colocado a todos, supliendo con afecto y eficacia los malos modos de la Consejería. Los padres no han protestado públicamente, pero sí nos han transmitido la profunda pena que sienten por no poder seguir llevando a sus hijos a este instituto, con cuya labor estaban muy satisfechos.
Ese día 12 de marzo y el siguiente (la víspera de las vacaciones) aparecieron por el instituto varios periodistas e, incluso, una televisión catalana. Pero nadie preguntó nada sobre el San Mateo, nadie se interesó en investigar por qué tenía tan pocos alumnos (85), nadie hizo hincapié en que se cerraba otro centro público en Madrid, nadie habló del proceso de privatización de la enseñanza. Eso no debe de ser de interés general. Además, la fecha elegida para dar la noticia era clave: justo antes de las vacaciones. A la vuelta ya nadie se acordaría de nada.
En los últimos cuatro años, el equipo directivo y el resto de los trabajadores del centro, hemos hecho grandes esfuerzos por conseguir que aumentara el número de alumnos y por mantener vivo el San Mateo. Explicarlo aquí sería demasiado largo. Creemos que la Consejería de Educación ha perdido la oportunidad de potenciar un centro pequeño, con una atención a los alumnos muy personalizada, donde se ha conseguido un altísimo grado de integración de los alumnos de origen extranjero. Podría haberse convertido en un centro modelo, pero eso tampoco interesa.
Nuestros políticos prefieren la genialidad de las ideas absurdas. Porque, no nos engañemos, ¿creen ustedes que lo del colegio catalán era algo viable? Utilicemos el sentido común: de las decenas de miles de catalanes que viven en la Comunidad de Madrid (no se ponen de acuerdo sobre la cifra exacta), sólo podían estar interesados en el colegio bilingüe aquellos que tienen hijos en edad escolar; de esos, habrá algunos (o muchos) que vivan muy lejos del centro de la capital y que no estén dispuestos a someter a sus retoños a semejante excursión diaria; los habrá también (por lo menos algunos) que no estén interesados en que sus hijos se escolaricen en catalán. En definitiva, ¿cuántos quedan? Pues once familias, que son las que han pedido la preinscripción de sus hijos. ¡Demasiado pocos! Y eso que estaban dispuestos a abrir el “Presidente Tarradellas” con sólo 60 alumnos (no entendemos muy bien, nosotros tenemos 85 alumnos, y dicen que no son suficientes para mantener abierto el centro). Una de dos, o nuestros gobernantes son unos ineptos que no saben hacer cuentas, o se trataba de una decisión improvisada y de cara a la galería para matar dos pájaros de un tiro: cerrar un instituto público y afear la conducta de la Generalitat Catalana que –según ellos- discrimina la enseñanza del castellano en Cataluña. Pensamos que se trataba de esto último.
Sabemos que la Consejera de Educación negó que fuera una decisión improvisada, pero también sabemos, porque lo hemos vivido, que sí lo fue. Algunos padres catalanes llamaron al instituto o se presentaron allí para pedir información. Estaban un poco desesperados porque no conseguían que los orientasen en ningún sitio. Nosotros tampoco podíamos hacerlo porque no teníamos ninguna información. Suponemos que algunos de estos padres debieron de protestar en la Consejería de Educación. De forma bastante sospechosa, apareció en un periódico que en el I.E.S San Mateo se negaban a dar información a los padres catalanes y que se los trataba de malos modos. Ni siquiera nos molestamos en contestar: estábamos todavía perplejos. Eso sí, al día siguiente, la Consejería lo organizó todo: se asignó a una Comisión de Escolarización para que informara sobre el tema, aparecieron impresos e, incluso, se nombró a una persona en comisión de servicios para que se dedicara exclusivamente a atender a estos padres, y allí la tuvimos pasando el rato.
Finalmente, apareció la noticia de que el Colegio Presidente Tarradellas no era viable. ¿Qué iba a pasar con el San Mateo? Los primeros rumores apuntaban a que trasladarían allí a los alumnos del Colegio Público Isabel la Católica –muy cercano- mientras realizaban obras en su edificio. ¿Recuerdan? Se trata del colegio en cuyo patio el Ayuntamiento de Madrid iba a construir pisos de lujo para financiar las obras de remodelación del mercado de Barceló. También salió la noticia y al día siguiente dejó de interesar. Ningún medio la ha seguido, nadie sabe qué va a pasar con ese colegio. ¿Terminará también desapareciendo?
Pero no, no serán realojados los niños del Isabel la Católica. El otro día, apareció por la tarde una trabajadora de la limpieza del I.E.S, Santamarca de Madrid: venía a echar un vistazo porque había habido una reunión de todos los trabajadores de dicho centro y se les había informado de que se trasladaban al I.E.S. San Mateo mientras realizaban las obras en el suyo. Nos dio sustanciosas informaciones: tomarán posesión el día 10 de julio, se traen a todos los trabajadores (les dijeron que los auxiliares de control y las limpiadoras de nuestro centro ya tenían otro destino; ¿dónde?), que ocuparían también la 2ª planta, donde está ubicada la Educación de Adultos (en la Consejería les habían asegurado que ellos se quedaban). ¡Maravilloso! De nuevo alguien se adelantaba a la Consejería para informarnos.
Desde ese día han ido apareciendo diferentes jefes de departamentos del Santamarca, tomando medidas, viendo qué hay, para calcular qué se tienen que traer. La visita oficial ya fue de la directora de dicho centro, que llegó pisando fuerte, cual conquistador extremeño. Aquí quito, aquí pongo, esto me lo quedo, aquí un tabique…, el material de las A.C.E para mi aula de Tecnología (porque las A.C.E., a las que les habían confirmado que se quedaban, pues también se van). Sra. Directora del Santamarca, todos estamos en el mismo barco. ¿Ha pensado usted cuántos alumnos van a perder en el traslado? Le recordamos que su centro está a unos 6 kilómetros del San Mateo. Lo más probable es que algunos busquen acomodo en cualquier centro concertado de su zona. ¿Cree que los va a recuperar cuando vuelvan a su sede? Y, por cierto, ¿cómo ha dejado la Consejería que un centro público se deteriore hasta el punto de tener que desalojarlo? Eso se llama dejadez, ¿no?
Comprenderán que todos nosotros estemos perplejos. A finales de junio tenemos que entregar las llaves de los departamentos y dejarlos limpitos de papeles. ¿Dónde vamos a examinar a nuestros alumnos en septiembre? ¿Tendremos que pedir permiso para que nos presten unas aulas? ¿Dónde irán a parar los exámenes y trabajos de los alumnos de este año? ¿Dónde atenderemos las reclamaciones de los alumnos? ¿Quién nos tiene que informar de todo esto? ¿Qué va a pasar con la auxiliar de control que tiene allí su vivienda? ¿Alguien de la Consejería ha pensado en el perjuicio que supondría para ella que la desplazaran? ¿Alguien de la Consejería, simplemente, ha pensado en todos los que trabajamos aquí?
¡Pero ya está bien de tanta perplejidad! Pasemos ahora al cabreo. Primero con la Consejería de Educación y el Gobierno Autonómico, por no creer en lo público. Presumen de patriotas, pero no les tiembla el pulso a la hora de cargarse los servicios públicos básicos para que un país prospere y se desarrolle en condiciones de igualdad. También protestamos por el trato desconsiderado que dan a los que trabajamos para ellos. ¿Ustedes no se han parado a pensar que es posible que la actitud mohína, melancólica y alicaída del profesorado no se deba sólo al “maltrato” de los alumnos, que también los maltrata la Administración para la que trabajan?
Tampoco entendemos la manera en que se han hecho las transferencias en Educación y Sanidad, dando patente de corso a los gobiernos autonómicos, sin ninguna salvaguarda que impida que desmantelen los servicios públicos.
Nos preguntamos también qué hace la oposición en la Comunidad de Madrid. ¿No se entera de lo que pasa o, simplemente, sólo saca estos casos cuando hay campaña electoral? Hubiera quedado muy bien que alguien visitara nuestro centro, que se hubiera informado, para luego hacer algunas preguntas en la Asamblea.
Queremos que nos expliquen qué hacen los medios de comunicación que no se ocupan de algo tan grave. No nos referimos sólo al caso del I.E.S. San Mateo, que no es más que una muestra de cómo gestiona la Educación nuestro gobierno regional.
¿Y los sindicatos? ¿Qué hacían los representantes sindicales cuando en la Comisión de Escolarización que nos corresponde desviaban a otros centros a los alumnos que solicitaban plaza en el I.E.S. San Mateo? ¿Por qué, desde que se supo que nos iban a cerrar, no ha aparecido ningún sindicalista para asesorarnos, para consolarnos o para lo que sea…? Sabemos que CC.OO. llevó nuestro caso a la mesa de negociación con la Consejería, y que lo recoge en sus reivindicaciones sobre la enseñanza pública, pero necesitamos más ruido, que se conviertan en nuestros megáfonos para que todo el mundo se entere.
¿Y los compañeros de otros centros públicos? ¿No pensáis solidarizaros con nosotros? Sólo es un pataleo, no va a servir para nada, pero va a quedar muy digno.
Que tampoco se queden callados los padres que creen que la enseñanza pública no es sólo el mejor sitio para formar a sus hijos, sino también –y sobre todo- el derecho de una sociedad que quiere ser próspera, justa y sana.

Si usted ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí, se lo agradecemos, y le pedimos, además, que se solidarice con nuestro cabreo, que firme en las hojas adjuntas, que pase este escrito a sus compañeros, amigos, familiares…, a sus enemigos, incluso.

Muchas gracias.

LOS TRABAJADORES DEL I.E.S. SAN MATEO

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